Luego del acuerdo de cortes a precios cuidados, el Gobierno Nacional decidió suspender las exportaciones de carne por treinta días, considerando que, de esta manera, los empresarios tendrán menos demanda y por ende, se verán obligados a reducir los precios.
No hace falta ser un experto para desentrañar el enorme error en el que cae el Ejecutivo.
En primer lugar, suspender las exportaciones implica llevar a pérdidas de manera consciente y deliberada a un sector productivo de la sociedad, de los pocos que aún continúan invirtiendo en el país, generando empleo y pagando impuestos.
Quienes han conseguido insertarse en países extranjeros, han debido demostrar que se trata de empresarios confiables, capaces de abastecer demandas internacionales en tiempo y forma. La medida estatal viene a barrer con el codo todo el trabajo del sector, favoreciendo así el camino a los competidores.
Por otra parte, implica renunciar al ingreso de divisas extranjeras, que arribadas al país, inflan el consumo y ponen a trabajar el ciclo armónico de la economía.
Asombra y asusta que, a mi entender, no estamos ante un yerro, sino ante una disposición extorsiva, pues el Presidente informó a los representantes del sector que el período de 30 días podría verse reducido en el caso de que la implementación de las medidas genere resultados positivos.
Así, el gobierno acorrala a los ganaderos, mostrándole solo dos caminos viables: o solo trabajar -a pérdida- para el mercado interno, o reducir los costos por debajo de los ingresos para así continuar apostando al comercio internacional, área en que no solo ellos se benefician, aunque muy pocos lo vean.
A dos días de que cese la vigencia del Decreto 287/2021, que reeditó el DNU 241/2021, por el cual se imponen restricciones a la circulación que afectan deliberadamente la fuente de trabajo de millones de argentinos, ya ni vemos el horizonte, pues se insiste con dictar normas en contraposición a la Constitución Nacional, poco razonadas y contrarias a los fines esperados.
Imagen: @SalmueraCampo